Bajo la estrella del alba
la noche pierde su voz
y a Don Faustino lo apura
un viento madrugador.
Anda sufriendo temprano
su soledad de panales,
lo dulce de su cosecha.
se le hace amargo en la tarde
Ay, sembrador de ternura
tan escondida tu queja,
tras ese río moreno
que te prestan las abejas.
Cuando se queda en el pueblo
busca su sueño en el vino
y el viento inventa tambores
con los tarritos vacíos.
Los años le pesan dentro,
no tiene tierra Faustino,
pero con flores prestadas
le endulza al pueblo el camino .
Ay, sembrador de ternura
tan escondida tu queja,
De las dulzuras que diste,
ya casi nadie se acuerda.