Con sus tarritos de lata vieja,
con sus cucharas, sus cucharones,
con sus gomeras, sus ilusiones,
sin dentadura ni vocación.

Con sus piquetes de rabia y humo,
con sus pancartas de papelitos,
con sus silencios y con sus gritos,
están golpeando sobre el portón.

Y uno que juna cuánta polenta,
cuánta quimera tienen los veinte,
sabe que empuja hasta el más decente,
porque la vida quiere vivir.

Es tango hermano, está en el aire,
están golpeando y nadie les abre.
Están golpeando para que garpen
los que morfaron sin pagar.

Ayer sangramos por un kiosquito,
por aguinaldos y vacaciones,
por esas danzas con relaciones
y una esperanza como motor.

Y ahora resulta que esa no vale,
la vida es siempre zarpar de nuevo,
rengos, vencidos, viajando a dedo,
para golpear en algún portón.

Si no pegamos ningún ladrillo,
pa que nos sirve la primavera.
Así las flores son mensajeras
de un cementerio pa la razón.

Es tango hermano, está en el aire,
están golpeando y nadie les abre.
Están golpeando para que garpen
los que versearon sin compasión.

Esta milonga que baten nueva
ya la bailaron nuestros abuelos.
Y ahora barajan pa dar de nuevo,
porque voltearon la construcción.

Por eso explotan rompe portones,
por eso cantan en las murguitas:
escuela, morfi, laburo y guita,
un cacho de aire pal pelotón.

Es tango hermano, está en el aire,
están golpeando y nadie les abre.
Están golpeando para que garpen
los que no sirven para servir.