Me gustan los desafíos
con la guitarra en la mano.
Echar un verso a los vientos
y verlo salir volando.
Y por desafiar, afino,
mi guitarra con los astros.
Las bordonas ronronean
y las primas van cantando.
Me gustan los desafíos
con la guitarra en la mano.
No hay hombre que no se arrime
cuanto le digo mi canto.
Si alguno busca otra huella,
con la guitarra lo traigo.
Que no hay como un bordoneo
para repartir encantos,
tocando fibras profundas
al corazón del humano.
Me gustan los desafíos
con la guitarra en la mano.
Si, por ser mujer, me apartan
del canto más bien pensado,
sin aflojar la ternura
voy a dejarlos callados.
Voy a decir libremente
el canto que, antiguo, traigo.
Y puede que suene a beso,
o, tal vez, a cachetazo.
Me gustan los desafíos
con la guitarra en la mano.
A mi no me corre nadie
con versos estrafalarios.
Al viento, lo llamo viento
la tierra, la llamo campo.
El amor, se llama amor
y el llanto, se llama llanto.
Y si me planto en cantora
voy a decir “aquí estamos”.
No vaya que alguno olvide
que el canto es también ovarios!!
Me gustan los desafíos
con la guitarra en la mano.
Echar un verso a los vientos
y verlo salir volando.
Ahora me tengo que ir,
ya me anduve confesando.
Y, de tanto confesar,
no sé si habré dicho algo.
Me gustan los desafíos
con la guitarra en la mano.