I
Teníamos el cielo en nuestras manos
y un siglo de canciones en las venas,
un puente de milagros suburbanos
y al borde de los besos un poema.
Teníamos miseria y desmesura
y el mágico ritual de los amantes,
mendigos del placer y la conjura,
esclavos de una historia alucinante.
II (Estribillo)
Después llegó el silencio...
entonces el naufragio...
después este vacío...
y el ir por los balcones del infierno
temblando, como sombras en un río.
La noche nos echó de su morada
y nos confió el secreto de la pena
y en medio de esa fuga hacia la nada
... perdimos el poema.
I Bis
Las horas del amor se nos cayeron
heridas por el dios de la costumbre,
las cartas nunca escritas se murieron
en medio de calladas muchedumbres.
Vagando por la vida y sin decoro
guardamos poco más que cicatrices
y fuimos sin embargo, a nuestro modo,
apenas desgraciados y felices.